Once upon a time, there lived a stonecutter, in a small village. All day long he worked hard, cutting the stones from the side of the mountain – tap, tap, tap – and making the shape which was needed by his customers. His hands were calloused and his clothes were dirty.

It was very hard to work and that day he was growing tired when he heard the sound of a long procession coming down the road. There were many soldiers and attendants and in the middle, in a palanquin, carried by others, sat the king. How wonderful it must be to be the great king thought the stonecutter. How happy I would be if I were the king instead of a poor stonecutter.

As he said these words, a strange thing happened. The stonecutter found himself dressed in silk clothes and shining jewels. His hands were soft and he was sitting in a comfortable palanquin. He looked through the curtains and thought, How easy it is to be a king, these people are here to serve me.

The procession moved on and the sun grew hot. The king became too warm for comfort. As the afternoon wore on, the sun grew hotter, and the king became more and more uncomfortable. I am powerful, it is true, but how much more powerful the sun is, he thought, I would rather be the sun than a king.

At once, he became the sun, shining down on the earth. His new power was powerful.
He shone strongly and burned up the fields with his rays and turned the ocean into vapor and formed a great cloud which covered the land. But no matter how hard he shone, he could not see through the clouds. It is obvious that the clouds are even stronger and more powerful than the sun said the stonecutter, now the sun, I would rather be a cloud.

Suddenly he found himself turned into a huge cloud. He started using his new power. He poured rain down on the fields, but when he didn’t like someone, he could cause flooding or drought. Until the wind came along and blew him wherever it wanted. The wind is more powerful than the cloud, he thought, I would rather be the wind.

Suddenly he was the wind, and he played with his new powers.  He could blow the clouds around, and strip the leaves off the trees. He could create great storms. He could even make the king take on or off his coat depending on how hard he did or didn’t blow. Then the wind came to the mountain. The wind couldn’t make the mountain move. The mountain is stronger than the wind, he thought, I would rather be the mountain.

Suddenly he was the mountain, strong and powerful. No matter what the king did,  how the sun shone, or the storms raged, he stood strong and powerful.  Until, one day, he heard at his feet – tap, tap, tap. Looking down he saw a stonecutter carving away, bit by bit, little pieces of the mountain.

Why that stonecutter is more powerful than I am, said the stonecutter, now a mountain. Only a stonecutter could carve away and change the mountain by his work and skill. How I wish I were a stonecutter. No sooner he said the words that he found himself sitting on a stone with hard and rough hands. He picked up his tools and set to work, content to realize that he always had power and that even if that power seems small – tap, tap, tap – it does, in fact, make a difference.


Había una vez, un cantero que vivía en un pequeño pueblo. Todo el día trabajaba duro cortando piedras del lado de la montaña – tan, tan, tan – haciendo las figuras que sus clientes necesitaban. Sus manos estaban callosas y su ropa sucia.

Fue muy difícil trabajar, y ese día ya estaba cansado cuando escucho el sonido de un desfile a lo largo del camino. Había muchos soldados y asistentes, y en medio en un palanquín cargado por otros, sentado estaba el rey. Que grandioso debe de ser el gran rey pensó el cantero. Que tan feliz sería si fuese el rey en lugar de un pobre cantero.

Al momento que dijo estas palabras una cosa extraña pasó. El cantero se encontró vestido en ropa de seda y joyas brillantes. Sus manos estaban suaves y estaba sentado en el palanquín cómodamente. Vio a travez de las cortinas y pensó, que fácil es ser rey, esta gente está aquí para servirme.

El desfile siguió adelante y el sol calentó más. El rey estaba muy acalorado, y al paso de la tarde, el sol calentó más, y el rey se sintió más y más incómodo. Soy poderoso, es verdad, pero que tan poderoso es el sol el pensó , preferiría ser el sol en vez de rey.

En seguida se convirtió en el sol, brillando en la tierra. Su nuevo Poder era poderoso . El brilló muy fuerte y quemó los campos con sus rayos, convirtió el océano en vapor y formó una gran nube que cubrió la tierra. Pero no importó que tan fuerte brillará, no pudo ver mediante las nubes. Era obvio que las nubes eras más fuertes y más poderosas que el sol, dijo el cantero, ahora el sol dijo, preferiría ser una nube.

De repente se encontró convertido en una nube enorme. Empezó a usar su nuevo poder. Derramó lluvia en los campos, pero cuando alguien no le caía bien causaba inundaciones y sequías. Hasta que el viento se apareció y la sopló dondequiera que quería. El viento es más poderoso que la nube el pensó, preferiría ser el viento.

De repente ya era el viento, y jugo con sus nuevos poderes. Podía soplar las nubes alrededor y quitar las hojas de los árboles. Podía crear grandes tormentas. Podía hacer que el rey se pusiera y quitara su abrigo dependiendo que tan fuerte o no soplaba. Entonces el viento llegó a la montaña, pero no pudo moverla. La montaña es más fuerte que el viento, el pensó. Preferiría ser la montaña.

De repente ya era la montaña, fuerte y poderosa. No importa lo que el rey hizo, como brillaba el sol, o las tormentas se enfurecieran; ella se mantuvo fuerte y poderosa. Hasta que un día escuchó a sus pies, tan, tan, tan. Viendo hacia abajo vio al cantero tallando, poco a poco piezas pequeñas de la montaña.

 Porque el cantero es más poderoso que yo, dijo el cantero, ahora convertido en montaña. Solo un cantero puede tallar y cambiar la montaña con su trabajo y habilidad. Como me gustaría ser un cantero. Tan pronto como dijo las palabras se encontró sentado en una piedra con manos duras y rasposas. Levantó sus herramientas y listo para trabajar, contento al darse cuenta que el siempre ha tenido el Poder, incluso si ese se ve pequeño – tan, tan, tan – en verdad que hace una diferencia.